⚽️ 'Entre Copas': «¡Pongan huevos!»
Comenzó la Copa América. Argentina, el sigilo de un mozo. Venezuela, su peculiar relación con la fe, y el partido contra Ecuador.
“Entre Copas” es un diario personal sobre apuntes, anécdotas, reflexiones y algo más sobre la Eurocopa y la Copa América. Se escribe desde Buenos Aires, con una mirada migrante, un poco argentina, un poco venezolana y, sobre todo, futbolera.
21 de junio de 2024. Viernes.
Cuando llegamos, el partido ya había comenzado. Es jueves. Jueves 20 de junio de 2024. En pantalla, Argentina Vs. Canadá inauguran la Copa América. Lo veo junto con dos amigas porteñas. Están ocupadas dos mesas más, en esa esquina de Uriburu y Arenales. Miran sin inquietarse. Mientras tanto, el cocinero, desde una cueva llena de hornallas, cuchillos y alimentos, se asoma cada tanto por una rendija para ver qué ocurre. David, el mozo, nos atiende con toda la calma que puede, hasta el punto de parecer indiferente a lo que ocurre: «¿Les sirvo la cerveza con o sin espuma?».
Con espuma. Aunque sospecho que ninguno entiende muy bien cuál es la diferencia. Cuando sirve cada slice de pizza, corta el queso que se derrama pasando el cubierto por el borde del plato. Es su manera de sugerirnos que lleva años en el oficio. ¿Cuántos partidos de fútbol habrá tenido que aprender a mirar con la espalda? Argentina está un poco tiesa, hasta que acelera el ritmo de juego y crea peligro. Canadá inquieta cuando ataca. Quizá pase de segundo.
Lo debí notar antes, pero no con esta intensidad: hay un par de acciones en las que siento que el final de Lionel Messi está cerca. Es una obviedad. Lo sé. Igual lo advierto en un regate con el que no logra superar a su defensor, que se recupera y salva la acción; en una serie de patadas esquivadas de las que le cuesta salir. Cada escena de esas, hace no mucho, terminaba con él revoloteando por el campo. Son secuencias que para casi cualquier otro futbolista pasarían inadvertidas. Pero con Messi, quien acostumbró al espectador a escapar de esas batallas sin despeinarse, todo termina en un acto nostálgico. Sé que esto suena a una crítica, casi un reproche. No es más que un lamento silencioso.
Estamos por pagar e irnos. David recoge la mesa, retirando primero unos vasos, luego las copas. Tiene el sigilo de los espías. Entonces, inclina su cabeza y nos dice: «Sin ustedes, nos habríamos sentido solos viendo el partido».
22 de junio de 2024. Sábado.
En una hora y quince minutos, Venezuela debuta en la Copa América.
Tengo sensaciones encontradas con el “Mano, tengo fe”, el eslogan bandera en relación con el equipo. Mientras escribo, viene un recuerdo vago sobre alguien que dijo: «¿Cómo hace Dios para apoyar a los 22 jugadores en la cancha?». ¿Fue Johan Cruyff? ¿Jorge Valdano? No crea por completo la cita ni tampoco de por cerrado ese pensamiento. Insisto en que es un recuerdo precario. Lo que quiero decir, al traerlo a la mesa, es que no basta sólo con creer.
Me contradigo pensando que, para que la Vinotinto trascienda en la Copa América y en las Eliminatorias Sudamericanas, es fundamental la ilusión de la gente. Quizá pueda aclarar mis pensamientos aceptando que, entre los seguidores es lógico ese grado de locura e ilusión; en cambio, entre los comunicadores, me cuesta entenderlo. Se puede hinchar por un club o una selección sin que eso convierta al periodista en un barra brava. Hay una extraña y errada idea de que los medios deben “apoyar a la selección”. No. Deben darle cobertura, contextualizar, reconocer, criticar. Los bombos los carga la gente.
¿Por qué escribo todo esto? Son las 17:52 en Argentina. Poco más de una hora para el juego. Intercambio pronóstico con dos amigos. Propongo un empate a dos goles y una victoria 1-2. Intuyo que será un partido más ofensivo de lo que se piensa. Lo más probable es que esté equivocado. Pero mantengo ese pálpito. Además, para que haya dos o tres goles no es indispensable que el partido sea de ida y vuelta.
Ojalá le vaya bien al equipo y yo pueda comunicar lo adecuado, que para mí se traduce en intentar dar una explicación a algunas acciones y ponerlas en perspectiva: incluso una derrota, si está mechada con un buen rendimiento, no es tan grave. En Elogio de la belleza atlética, Hans Ulrich Gumbrecht recuerda que en Alemania el deporte es visto como «la más bella entre las actividades marginales de la vida». El autor aclara que lo de «marginal» es una «advertencia hecha en buen tono para que no nos tomemos demasiado en serio el placer de los deportes».
Eso.
Son las 18:01. Voy rumbo a casa para ver el partido.
23 de junio de 2024. Domingo.
En las estadísticas, el pase contará como una asistencia y será uno más dentro de cientos. Sin embargo, en la tradición futbolística venezolana, cuando Salomón Rondón dejó la pelota a Jhonder Cádiz para rematar y empatar a un gol el partido contra Ecuador, comenzó a gestarse la primera remontada de Venezuela fuera del país en 65 años. Así se transforma un mal partido en algo más que 3 puntos y se dispara la ilusión de un país, dentro y fuera de sus fronteras.
Unos minutos antes de ese momento, de camino al vestuario luego del primer tiempo, se debía escuchar sólo el choque de los tacos de los botines contra el suelo. Ya adentro, uno se quita la camiseta. Otro se revisa un golpe. Aquel, en la esquina, con la cabeza recostada sobre la pared de su casillero, quizá se pregunta: «¿cómo es que, con uno más, estamos perdiendo?». A su lado, un compañero apoya los codos sobre sus muslos, mira hacia el piso. Entonces, uno lanza un pote de agua contra la pared y grita: «¡coñuelamadre!».
Se vuelve a hacer silencio, hasta que Fernando Batista le dice a Eduard Bello y a Jhonder Cádiz que van a entrar. Nadie sospecha que habrá cambios al principio del segundo tiempo contra Ecuador. Ni siquiera los propios futbolistas, sorprendidos porque se imaginaron ingresando en algún momento. Pero no en este, cuando la cabeza podría estar minándose de viejos recuerdos, de debuts agrios, de partidos que debían ganarse y se perdieron.
Para ese entonces, Batista aún no sabe que Bello activará la jugada del primer gol y marcará el segundo, tampoco sabe que Cádiz hará el primero, pero sí sabe que ambos deben entrar para intentar cambiar la historia. Esa, repleta de goleadas y de certezas aterradoras: si la Vinotinto empieza perdiendo, termina perdiendo. Esa, tan llena de esperanza y amargura. Esa que nos tiene como el único país de CONMEBOL que aún no fue a un Mundial de Fútbol. Ese es el relato que ninguno sabe a ciencia cierta si cambiará para siempre; si quieren hacerlo, hoy, contra Ecuador, tienen que remontar, necesitan remontar, deben remontar. Mientras todos salen hacia el campo, luego de una serie de indicaciones generales, el entrenador argentino lanza un último mensaje: «¡Pongan huevos!».
Nota editorial: esta edición fue corregida por Miguelina Galindo y Martín Solzi.
Próxima entrega: jueves 28 de junio.
Tendrá apuntes de los tres días previos. Esa será la dinámica de este boletín copero. Tres jornadas de notas, una publicación al cuarto día.
Mientras tanto, si esta es la primera entrega que lees, te invito a leer otras ya publicadas en “Entre Copas”, el especial de La Marea dedicado a la Eurocopa y la Copa América:
1. “No Kroos, no party”
2. “Bellingham, Mbappé, las guerras pasadas y presentes”
3. “Los extraños caminos de la memoria”
5. “La mirada de Modrić (y una manía personal)”
6. “Fiesta sobre el ataúd”
A orilla’e playa están las tablas.
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